Guardián, la semilla de la conservación
Una historia de aprendizaje con la tierra, el territorio natural, caminatas, música y un acto de resistencia para plantar una semilla de cambio en la humanidad.
Cristian Gerardo Costo Mogollón
¿Cuál es la mejor forma de describir el trabajo, esfuerzo y lucha de un guardián de los bosques y de los páramos? Gerardo Gutiérrez actual protector de los espacios naturales de Aquitania Boyacá, capital cebollera, que cuenta con la fuente de agua natural más importante de Colombia y la segunda en Latinoamérica “El Lago de Tota”.
Muralista y activista por el medio ambiente y por las fuentes naturales de agua. Es tímido, se le percibe el nerviosismo, se toma de las manos y las aprieta de vez en cuando, se denota como el trajín del sol y los inclementes y duros climas de Boyacá se ven a simple vista en sus manos cuarteadas de un color diferente al de sus brazos, una pañoleta tersa su cabello y deja ver su rostro limpio, sus pómulos reflejan lo áspero e inclemente que es la naturaleza y los páramos con quien se aventura en sus entrañas.
Se observa claramente que tiene unas botas un poco viejas y maltratadas por las largas caminatas y el terreno agreste, en algunos lados rasgadas como si un predador se aferrara a su presa y dejara su huella para que siempre fuese recordado, lo acompañaba un pantalón de un color gris tenue, con bolsillos a los costados cerca a sus rodillas, una chaqueta idónea para el frío, eso sí, se veía de excelente calidad, cremalleras y bolsillos con increíble detalle, dentro de la misma se alcanza a divisar bolsillos secretos de un material que a la vista se veía muy acogedor y confortante, es como si este elemento fuese la joya de la corona y no se hubiera escatimado en gastos, causa curiosidad el contraste con la camiseta que llevaba debajo de tan valiosa pieza, era blanca ya bastante vieja y desgastada de un político que se lanzó a la candidatura de su territorio del año 2008.
No me contuve y pregunto ¿Gerardo y esa camiseta qué? Jamás esperé su respuesta, con una sonrisa en su rostro avejentado esbozó estas palabras – esta camiseta me la dio un político que se estaba lanzando a la alcaldía de mi pueblo en el año 2008, quería ser el representante de los campesinos ante el gobierno con tal alto cargo, nos estaban regalando estas camisetas y unos platos gigantes de carne con cerveza. Me la pongo todos los días cuando voy al páramo a guiar o enseñar sobre la naturaleza para mostrarles a los demás cuales son los principales enemigos de los espacios naturales, que por un voto hacen promesas vacías, fraudulentas y de mala fe solo para beneficiarse a sí mismos–. Sin pensarlo este señor ayuda a comprender que la naturaleza y el territorio de la vida no se negocia, ni se cambia por un plato de carne ni una camiseta.
Siempre lo acompaña una guitarra acústica en muy buen estado y con una funda contra la lluvia para que no se moje. Se le pregunta ¿no es molesto o incómodo cargar con una guitarra al hombro en todos sus viajes? rápidamente y con voz segura afirmó: – Para mí es un ritual, ya que escribo sobre lo que veo, lo que camino, mis experiencias acerca de la naturaleza porque soy parte de este territorio y lo que haga es y será para devolver un poco de todo lo que la naturaleza nos brinda, canto hacia ella respetándola y admirándola, canto a la cultura y a la comunidad, me engrandece a través de mis letras y me siento orgulloso de hacer parte de este territorio– Afirmo Gerardo.
El cansancio es pasajero pero los versos creados retumban con el eco de los páramos a lo lejos llevando un mensaje de preservación a todos. Le solicito amablemente que, si me pudiese compartir uno de esos versos que le inspira la naturaleza, responde con regocijo: – Claro sumercé con todo gusto–, devela esta divina pieza.
Chía vigila en el cielo al
pajarillo cantor
que en su Tota reposa vive
habitando juncales vive
cerquita del cielo y a tres mil
metros de altura vuela el
cucarachero y cuando eleva
su canto hace oraciones al
viento pa que los dioses lo
escuchen y Sua proteja
su templo.
En medio de la conversación se le pregunto ¿usted recibió conocimientos, charlas o clases acerca del medio ambiente? expresa lamentándose que en algunas de las actividades que gestionan hacia la comunidad se han visto envueltos en represalias de las autoridades, sacándolos de los recintos donde se encuentran, el rechazo de los mismos campesinos, diciéndoles furiosos “váyanse de aquí mariguaneros” y hasta borrándoles los murales que pintan en espacios dedicados a embellecer y promulgar su territorio.
Por último, se le solicita que compartiera alguna anécdota que le hubiese pasado en sus años como guardián, Gerardo respondió.
Me paso algo muy curioso una vez que se estaba quemando el páramo, sentí la necesidad de ayudar a los bomberos los cuales combaten este tipo de situaciones, no soy experto ni nada pero fui por una chaqueta, una gorra y un bayetilla, la moje con agua para ponérmela en la cara y así mitigar un poco el humo y el calor sofocante, subí tan rápido como mis piernas me lo permitieron y como el territorio me lo permitió ya que por todos lados estaba lleno de piedras puntudas, afiladas cual navajas prestas a atrapar cualquier cosa que pasara por su territorio, pinos gigantes los cuales impedían la visualización y el humo que se inmiscuía a través de los corredores de los bosques frondosos que allí se encontraban, tal vez la misma naturaleza me trato de decir algo ese día impidiéndome el paso para llegar y poder ayudar.
Recuerdo que cuando llegué los Bomberos ya se habían ido, se cansaron de ver que no se podía hacer nada, justamente ese día por alguna extraña razón se formaron muchísimos remolinos como si de danzantes profesionales se tratase, eran muchos y lo que hacían era propagar el fuego aún más, se me partió el corazón al ver esa imagen y no pude hacer más que sacar mi celular empezar a grabar y retomar mis pasos devuelta, correr a pedir ayuda a los habitantes del pueblo para ver quien quería subir conmigo a ayudar a apagar el incendio. Lo triste fue sentir el rechazo de la gente al ver lo que estaba sucediendo y no querer hacer nada, el sentimiento de frustración y nostalgia al no valorar en donde estamos parados.
La conservación ambiental en Colombia, más específicamente de los páramos la situación no es tan favorable solo el 56% de páramos al nivel nacional está protegido bajo alguna figura de protección, estos cuerpos naturales generan más del 70% del recurso hídrico del país, aunque casi todos los páramos del territorio nacional son considerados prioridad nacional de conservación.
Los páramos son muy frágiles como ecosistema, aunque sean de difícil acceso están viéndose afectados, están ubicados en climas hostiles, muy fríos, de mucha lluvia y neblina, bajo estas condiciones tuvieron que adaptarse, por lo tanto, la interrupción de este ecosistema natural por la humanidad está viéndose afectado.
Las actividades agrícolas, la ganadería, la minería, la degradación del ecosistema y su enemigo más mortal, los incendios forestales. Las ocasionales visitas de turistas no reguladas a estos campos naturales primero deben estar regulados para tener un plan de acción y regulación, segundo, estas visitas generan contaminación de residuos como basura, químicos y plásticos lo cual altera el entorno natural del ecosistema y al ser uno de los principales generadores de agua pura para la humanidad se está alterando y destruyendo este ciclo natural, al igual que por estos residuos se generan gran parte de los incendios forestales en páramos.
“Somos campesinos que lo único que usamos es lo que nos da la tierra, y tratamos de retornar algo a la naturaleza la cual nos brinda todo, plantemos semillas de conservación en cada uno de nosotros y cuidemos al territorio que nos da la vida y nosotros se la quitamos” Gerardo Gutiérrez.
